En los últimos tiempos aumentó su influencia en la decisiones de los Técnicos y de los Dirigentes. Verón, Riquelme y la rebelión en San Lorenzo contra Ramón Díaz son casos emblemáticos.
Por: Gustavo Yarroch - Diario Clarín
Juan Sebastián Verón es el capitán plenipotenciario de Estudiantes: líder del equipo, a veces también se mueve como si fuera el técnico y hasta dirigente del club. ¿Fue él quien le recomendó a Roberto Sensini que sacara del equipo a Pablo Piatti porque para pelear el torneo había que jugar "con tipos experimentados"? ¿Es él quien levanta o baja el pulgar a la hora de las transferencias?
Por más que lo desmienta con la risa nerviosa de los que se sienten incómodos, Juan Román Riquelme fue el que desaconsejó ante Pedro Pompilio la llegada de Guillermo Barros Schelotto como técnico de Boca en reemplazo de Miguel Angel Russo.
La rebelión de los referentes del plantel de San Lorenzo contra Ramón Díaz hizo que la continuidad del técnico, hoy en el América, se tornara insostenible.
Los tres casos son emblemáticos de un escenario creciente: el poder de los jugadores aumenta como los precios, al punto de que en muchos casos terminan eclipsando, o poniendo en crisis, la capacidad de mando de los técnicos. ¿Ahora también mandan ellos? En muchos casos, sí.
"Los técnicos que dicen 'acá el que manda soy yo', van a desaperecer", sentencia Lucas Pusineri. ¿Resulta tan necesario que los futbolistas tengan acceso a ciertas determinaciones? El volante de Independiente entiende que ello es algo imprescindible: "Si los referentes positivos no atienden todos los detalles dentro de un plantel, el equipo va a flaquear en algunos partidos".
Afirmar que los técnicos ya no son lo que eran en términos de autoridad frente al grupo sería generalizar. Pero sí se puede asegurar que existen muchas situaciones en las que la fuerte personalidad de uno o más jugadores, su ascendencia en el grupo o su condición de ídolo de determinado club, se transforman en elementos que atentan contra la autoridad intrínseca de los técnicos. "En ninguna estructura organizativa hay un obrero más importante que un gerente. Pero, en este deporte, de pronto tenés jugadores con una relevancia muy importante y que a veces son más figuras que el entrenador en sí mismo", reconoce Gustavo Alfaro, el técnico de Arsenal.
De todos modos, Alfaro advierte: "Donde yo dirijo, las decisiones son mías. Eso no quiere decir que vos no tengas intérpretes en la cancha que te ayuden a que esas decisiones sean las mejores. Pero los jugadores están para ser conducidos. Cuando los estamentos de la voz de mando se alteran, me parece que la estructura está condenada a morir".
Las diferencias de edades parecen jugar un rol clave a la hora de determinar el protagonismo de los jugadores. "Yo soy muy pibe. Hay muchas cosas que no sé, pero nunca voltearía a un técnico", comenta, con el candor de sus 21 años, el defensor de Racing Gabriel Mercado. En cambio, un referente del plantel de San Lorenzo que pidió reserva de su nombre confirma una historia instalada en el ambiente: "Cuando Ramón hizo saltar, a través de periodistas amigos de él, el conflicto por el tema del premio que nos dio Marcelo Tinelli por eliminar a River de la Copa, le hicimos la cruz. Desde ese momento sabíamos que Ramón no iba a poder seguir porque tenía a casi todo el grupo en contra".
Así como Riquelme niega haber sido el verdugo de Guillermo, Verón desmiente la creencia generalizada de que es el dueño de Estudiantes. "Eso es parte de una leyenda urbana. Yo no me permitiría jamás elegir a quién poner. Me parecería una falta de respeto para mis compañeros", sostiene La Brujita.
De acuerdo a los testimonios de los futbolistas ante Clarín, los jugadores, en general, prefieren a los técnicos con un perfil dialoguista, ajenos al estereotipo del mano dura que supo encarnar Daniel Passarella cuando prohibió el uso de aritos u ordenó rinoscopías en la Selección.
Ramón Cabrero, el técnico de Lanús, parece encuadrar en el estilo de entrenador con que más cómodos se sienten los jugadores. "El que manda es el técnico, pero a veces armo reuniones con los jugadores y les pido su opinión. Eso no quiere decir que ellos elijan cómo jugar o una decisión táctica. Eso lo decide el técnico, y los jugadores lo saben", expone el propio Cabrero.
El ex delantero Carlos Morete deja una reflexión atendible. "Por ahí, los jugadores estrella pueden llegar a pasarse de los límites porque hoy hay como mucho tres figuras por equipo. Antes, en cambio, de 30 jugadores de un plantel, había 20 figuras".
Juan Sebastián Verón es el capitán plenipotenciario de Estudiantes: líder del equipo, a veces también se mueve como si fuera el técnico y hasta dirigente del club. ¿Fue él quien le recomendó a Roberto Sensini que sacara del equipo a Pablo Piatti porque para pelear el torneo había que jugar "con tipos experimentados"? ¿Es él quien levanta o baja el pulgar a la hora de las transferencias?
Por más que lo desmienta con la risa nerviosa de los que se sienten incómodos, Juan Román Riquelme fue el que desaconsejó ante Pedro Pompilio la llegada de Guillermo Barros Schelotto como técnico de Boca en reemplazo de Miguel Angel Russo.
La rebelión de los referentes del plantel de San Lorenzo contra Ramón Díaz hizo que la continuidad del técnico, hoy en el América, se tornara insostenible.
Los tres casos son emblemáticos de un escenario creciente: el poder de los jugadores aumenta como los precios, al punto de que en muchos casos terminan eclipsando, o poniendo en crisis, la capacidad de mando de los técnicos. ¿Ahora también mandan ellos? En muchos casos, sí.
"Los técnicos que dicen 'acá el que manda soy yo', van a desaperecer", sentencia Lucas Pusineri. ¿Resulta tan necesario que los futbolistas tengan acceso a ciertas determinaciones? El volante de Independiente entiende que ello es algo imprescindible: "Si los referentes positivos no atienden todos los detalles dentro de un plantel, el equipo va a flaquear en algunos partidos".
Afirmar que los técnicos ya no son lo que eran en términos de autoridad frente al grupo sería generalizar. Pero sí se puede asegurar que existen muchas situaciones en las que la fuerte personalidad de uno o más jugadores, su ascendencia en el grupo o su condición de ídolo de determinado club, se transforman en elementos que atentan contra la autoridad intrínseca de los técnicos. "En ninguna estructura organizativa hay un obrero más importante que un gerente. Pero, en este deporte, de pronto tenés jugadores con una relevancia muy importante y que a veces son más figuras que el entrenador en sí mismo", reconoce Gustavo Alfaro, el técnico de Arsenal.
De todos modos, Alfaro advierte: "Donde yo dirijo, las decisiones son mías. Eso no quiere decir que vos no tengas intérpretes en la cancha que te ayuden a que esas decisiones sean las mejores. Pero los jugadores están para ser conducidos. Cuando los estamentos de la voz de mando se alteran, me parece que la estructura está condenada a morir".
Las diferencias de edades parecen jugar un rol clave a la hora de determinar el protagonismo de los jugadores. "Yo soy muy pibe. Hay muchas cosas que no sé, pero nunca voltearía a un técnico", comenta, con el candor de sus 21 años, el defensor de Racing Gabriel Mercado. En cambio, un referente del plantel de San Lorenzo que pidió reserva de su nombre confirma una historia instalada en el ambiente: "Cuando Ramón hizo saltar, a través de periodistas amigos de él, el conflicto por el tema del premio que nos dio Marcelo Tinelli por eliminar a River de la Copa, le hicimos la cruz. Desde ese momento sabíamos que Ramón no iba a poder seguir porque tenía a casi todo el grupo en contra".
Así como Riquelme niega haber sido el verdugo de Guillermo, Verón desmiente la creencia generalizada de que es el dueño de Estudiantes. "Eso es parte de una leyenda urbana. Yo no me permitiría jamás elegir a quién poner. Me parecería una falta de respeto para mis compañeros", sostiene La Brujita.
De acuerdo a los testimonios de los futbolistas ante Clarín, los jugadores, en general, prefieren a los técnicos con un perfil dialoguista, ajenos al estereotipo del mano dura que supo encarnar Daniel Passarella cuando prohibió el uso de aritos u ordenó rinoscopías en la Selección.
Ramón Cabrero, el técnico de Lanús, parece encuadrar en el estilo de entrenador con que más cómodos se sienten los jugadores. "El que manda es el técnico, pero a veces armo reuniones con los jugadores y les pido su opinión. Eso no quiere decir que ellos elijan cómo jugar o una decisión táctica. Eso lo decide el técnico, y los jugadores lo saben", expone el propio Cabrero.
El ex delantero Carlos Morete deja una reflexión atendible. "Por ahí, los jugadores estrella pueden llegar a pasarse de los límites porque hoy hay como mucho tres figuras por equipo. Antes, en cambio, de 30 jugadores de un plantel, había 20 figuras".
Cualquier parecido con la realidad en Río Gallegos es mera coincidencia.