20 octubre 2009

Sin cambios para tratar de cambiar

CAI – COMODORO RIVADAVIA
La Comisión de Actividades Infantiles sigue en picada. El promedio se convirtió en una bolsa cargada de plomo que cada vez se hace más pesada. Son cinco las derrotas consecutivas, quince unidades que hirieron muchísimo a un promedio que se vino indefectiblemente cuesta abajo. Desde la dirigencia se aseguró que no se piensa en un cambio de timón en la conducción técnica.
Crónica

"No existe un Plan "B" en este caso. Nosotros entendemos que se eligió un cuerpo técnico para respaldarlo en cualquier circunstancia. Está claro que los resultados no son los que se esperaban, pero hay que esperar que pase esta mala racha", dijo el presidente de la C.A.I. Carlos Peralta, apenas terminó el juego del sábado ante Ferro.
El 0-1 en Caballito dolió por ser la quinta derrota consecutiva pero también porque se dio en el final del juego y con todo a favor como para salir de la mala racha. El rival jugó con un hombre menos los últimos quince minutos y daba la sensación que con un poco más de audacia, se podía conseguir el ansiado, deseado y necesitado triunfo.
La cautela y los propios fantasmas que rondan por un equipo que perdió gran parte de la autoestima, se confabularon para que la etapa derrotista exponga otro capítulo.
Al término del juego, los botines pesaban cinco kilos cada uno. ¿Cómo se hace para terminar con lo que parece interminablemente tedioso? Hasta acá, los preceptos de la dupla técnica parecen no tener la suficiente ascendencia sobre el plantel y cuando el interlocutor no responde como se pretende, se pierde esa gran aliada que motiva, mueve y genera resultados positivos: la confianza.

Claro que los mensajes no pueden ser sólo orales. También hay lecturas que se pueden captar a través de las acciones. La dupla técnica que conforman Luis Medero y Claudio Marini, tomó decisiones que, lejos de querer ser malintencionadas, indefectiblemente terminan surtiendo un efecto negativo sobre el punto neurálgico que tiene el futbol: el grupo.
El arquero Daniel Sciutti jugó los primeros siete partidos y sorpresivamente perdió la titularidad. El análisis apresurado podría entender que se lo indicó como uno de los culpables de la mala racha. Entró Darío Capogrosso y sin ser muy diferente el rendimiento respecto al que había mostrado Sciutti, las derrotas no dejaron de gotear.
Jorge Piñero, Nicolás Bubas o Matías Castro aparecían como titulares en un juego y al siguiente no estaban entre los 18. Esa incertidumbre maligna que tolera el jugador, volvió a vivirse otra vez el sábado pasado con las salidas de Humberto Vega e Ignacio Malcorra. Son aristas que, aunque nadie lo haga adrede crean un malestar que repercute en la tropa.
No hace falta hacer un curso acelerado de pedagogía para entender ciertas exigencias que reclaman los grupos en todo orden. En algunos casos hasta el mismo recorrido va señalando los errores y en la corrección está el aprendizaje genuino, la instrucción que en lo teórico no enseña ningún curso de entrenador.
La dupla aún tiene crédito, al menos de la dirigencia. El apoyo de los que toman decisiones para la dupla técnica se manifestó con ímpetu y energía, virtudes que muchos esperan, se vea reflejado a partir de este mismo sábado, en el juego trascendental ante Platense.
La luz es tenue, pero mientras no se apague y comience a recobrar pujanza, la esperanza es lo último que se pierde.